Tengo SIBO, ¿y ahora qué?

Tengo SIBO, ¿y ahora qué?

Llevas tiempo con malas digestiones, la barriga hinchada y después de probar mil remedios, infusiones, pastillas, detox… das con alguien (nutricionista o médico) que te pide unas pruebas raras.

Te han hecho tomar un brebaje de lactulosa o glucosa, y soplar en diferentes momentos en lo que se llama el test de aliento. El objetivo del test es determinar la cantidad de hidrógeno y metano del aliento.

Si tienes más de 20 ppm de hidrógeno o un aumento de 10 ppm de metano respecto al valor basal, está diagnosticado: tienes SIBO.

O lo que es lo mismo, Sobrecremiento Bacteriano.

Pues vale, tú, ni idea. Y ahora, ¿qué?

Primera pregunta: ¿eso es grave?

Quizá ya te ha empezado a complicar la vida y si no, lo que es seguro es que cuanto más tardes en tratarlo más te la va a complicar.

El SIBO  (small bacterial overgrowth) es el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado. Es decir, en el intestino grueso hay bacterias, y bien, pero cuando hay muchas, empiezan a «subir» y van ocupando terreno que no debería ser suyo.

Las primeras manifestaciones clínicas que puedas haber notado son gases, distensión abdominal (esa barriga hinchada y dura), diarrea o estreñimiento, eructos y acidez de estómoga. Tan agradable como que te acaricien con papel de lija. Horrible.

Más tarde y sin darte cuenta, puede que te encuentres con que tienes alguna intolerancia alimentaria (gluten, lactosa, sorbitol…), y por lo tanto, alguna carencia también, ya sea de hierro o de algunas vitaminas, y quizá te sientas siempre cansada/desmotivada. Como ves, la cosa se va poniendo intensa.

Bueno, pues esto hay que tratarlo ya, amiga, porque a la larga este SIBO puede acabar ocasionando otros trastornos. Los principales:

– Permeabilidad intestinal (aquí te hablo de ella)

– Inflamación sistémica

– Enfermedades autoinmunes (abro cajón enorme que no te lo acabas: celiaquía, Crohn, Colitis…).

Así que está claro clarinete; ahora que ya sabemos qué hay y qué puede haber, vamos a ponernos las pilas y ver qué podemos hacer.

Segunda pregunta: ¿cómo tratar el SIBO?

Esto no puedes hacerlo sola. Lo ideal es que te lo lleve un médico, un nutricionista (¡yo!) y un psicólogo. Algunos te dirán que con un nutricionista vale. Ok. Yo te digo que mi parte como nutricionista te la cubro a la perfección pero lo que no es de mi competencia, obviamente, no.

El tratamiento para SIBO tiene 3 pilares fundamentales:

Dieta

Farmacoterapia

Gestión emocional.

¿Ves? Yo te trato con la dieta, pero necesitas la receta médica para los fármacos que sí, aunque a mí me veas muy natural y muy hippy, en SIBO son imprescindibles. En serio, imprescindibles. Tampoco te voy a tratar tu estrés. Te puedo aconsejar cosas que a mí me funcionan, pero el trabajo de un buen psicólogo no lo suple nadie.

Así que vamos por pasos y apunta o guárdate esta información porque es muy importante:

Farmacoterapia

Son imprescindibles algunos fármacos y algún suplemento para eliminar algunas bacterias intestinales y repoblar tu microbiota. Algo así como pasar la aspiradora y luego fregar el suelo. ¿No lo harías al revés, verdad?

Con esto me refiero a que en el tratamiento para el SIBO el orden SÍ altera el resultado. Y por eso me pongo las manos a la cabeza cuando por ahí se recomiendan probióticos (de los que en otras ocasiones soy muy fan) sin ton ni son. Si tienes SIBO y tomas probióticos, la has liado parda. ¿Lo notas con tus síntomas verdad?

Así que primero el médico te recetará Rifamicina, un antibiótico de amplio espectro para acabar con las bacterias invasoras. Luego si tienes dispepsia yo misma te recomendaré enzimas digestivas (estas son la leche). Y ya por último, los probióticos para restablecer esa flora intestinal.

El orden es así. No de otra forma. Así.

Gestión emocional

Aquí yo poco te puedo ayudar, pero por experiencia te digo que he usado muchísmas herramientas, pero al final la capitana eres tú. La que decide si quieres salir de ahí o estancarte y victimizarte no es otra persona, ni pastilla ni chupiflauta que tú.

Así que una buena psicóloga, meditar, aceites esenciales, algún suplemento, te pueden ayudar, pero tú eres la jefa, reina 😉

Haz todo lo que esté en tus manos para asegurarte un descanso nocturno de 8 horas. Si no es así, trátate eso también. Respeta los ritmos circadianos noche y día. Y quiérete mucho. Pero de verdad, incondicionalmente.

La dieta

Es la FODMAP. Para tratar el SIBO, el tratamiento nutricional indicado es la famosa dieta FODMAP.

Y es un coñazo porque yo que soy muy poco de hablar de dietas, y promuevo la flexibilidad alimentaria, etc. pues aquí no. La FODMAP es estricta y o la haces, o la haces. Si no, ya sabes: seguirás con gases, hinchazón abdominal, dolor y todo lo que te he contado más arriba.

La dieta en cuestión elimina los alimentos que fermentan en tu intestino (Oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) y tiene 3 fases:

1- Fase de eliminación. Todos los alimentos altos en FODMAP, fuera. Todos, sin excepción. Y eso lo haces durante unas 6 semanas. Es durillo, pero eficaz (¿eficacísimo existe?).

2- Fase de reintroducción. Ahí vamos introduciendo poco a poco los alimentos que habíamos eliminado en la fase 1. Y observar qué pasa.

3- Mantenimiento. Porque como no quieres pasar por todo esto nunca más, vamos a aprender cuál es tu nivel de tolerancia y cómo puede ser para ti una forma de comer sostenible en el tiempo.

La dieta FODMAP da para mucho. En este post la expliqué con más detalle. Pero bueno, amiga, si te han diagnosticado SIBO, espero que estas cuatro pinceladas de este artículo te sirvan y si necesitas que te eche un cable, yo soy la nutricionista que estás buscando 😉