Receta: caldo de huesos

Receta: caldo de huesos

Un súper caldo

Esta es una de esas recetas que tengo siempre a mano. Prueba a integrarla en tu cocina porque realmente es mano de santo. Más que un caldo para cocinar (que también) es todo un señor elixir que nos regala muchísimas propiedades:

  • Rico en gelatina y colágeno
  • Repleto de minerales
  • Fuente excelente de aminoácidos
  • Excelente para sistemas digestivos comprometidos, pues ayuda a repararlo
  • Cuida tu tejido conectivo, así que te va de perlas para tener un cabello y unas uñas de lo más sanas.

Es una receta tan vieja como la humanidad (casi casi), porque la idea original es aprovechar todos los recursos que nos da la Naturaleza, y los huesos del animal comido, servían en este caso para hacer un rico caldo. Pero sus innumerables usos y beneficios hacen de este brebaje una joyita que, sin duda, te invito a que pruebes y la incorpores en tu dieta.

Manos a la obra:

Para hacer un rico caldo de huesos necesitas:

  • 1 cebolla
  • 2 zanahorias
  • 1 nabo
  • huesos de: pollo (sobre todo sus patas y cuello son riquísimos en gelatina), jamón sin piel, cordero, ternera…
  • 1 chorrito de vinagre de manzana
  • Agua
Puedes utilizar los huesos de asados que hayas cocinado, pero si los has comprado «a posta» para el caldo, antes de meterlos en la olla ásalos al horno, a unos 200º, media hora larga. Y ahora sí, mete los ingredientes en tu olla, y ¡a esperar!

Si usas una slow cooker u olla lenta (esta es la mía, la tengo desde hace unos 3 años y fue una de las mejores compras que hice), lo tendrás a baja temperatura 24 horas. En una olla convencional, lleva a ebullición primero, y luego baja el fuego hasta que apenas aprecies unas pequeñas burbujitas y mantén de esa guisa 8 horas.

Aprovéchalo

Tener caldo de huesos en casa es un recurso útil para muchísimas cosas, y ya que lo hemos cocinado tantas horas, vamos a sacarle partido. Yo una vez hecho lo distribuyo de tres formas:

1- Una botella de litro de cristal, en la nevera, para consumo inmediato. O lo uso para una sopa, guiso etc. o bien nos lo tomamos calentito por la mañana… No hay infusión que supere ese momento. A veces me preguntáis qué infusión recomiendo para acompañar el desayuno o bien para media mañana… Pues bien, una taza calentita de caldo de huesos es una excelente elección.

2- En tupper de 1’5 L para congelar. Y poder usar luego para una sopa, crema o puré. Normalmente cuando cocino algo largas horas hago el doble para poder congelar y disponer cuando tenga «imprevistos».

3- En cubitera. Esos los utilizo a modo de «starlux» en cualquier guiso o estofado. Lo enriquece nutricionalmente y queda riquísimo. Cuando hagas un estofado, unas legumbres, cualquier «chupchup» de esos ricos que nos reconfortan los días húmedos y fríos, prueba de echar un par de cubitos DIY de este caldo de huesos. El guiso ganará en sabor, en textura y nutricionalmente será más rico también.

Dime, ¿has probado ya el caldo de huesos? ¿A qué esperas?
Desayuno. Café a prueba de balas.

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Paquetitos de calabacín

Paquetitos de calabacín

Podría haber titulado esta receta «raviolis de calabacín» o incluso «canelones de calabacín». Así seguro que Google me hubiese posicionado mejor porque, bien pensado, nadie va a buscar una receta que se llame «paquetitos». Pero mira, me ha salido así. Y es que parecen paquetitos.
Bueno al lío. Esta receta es buenísima. La hacía ya hace años cuando impartía un extraescolar para niños de Primaria que se llamaba MiniXef. Y siempre que la hacía, flipaban.
Flipar todo lo que un niño puede flipar cuando una receta «demasiado sana» está rica y deliciosa. Y además, es que te la voy a presentar de dos maneras. La ligera y veraniega, y la más plato contundente.
Mira qué bien, dos recetas en una.

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