La cosmética y yo, yo y la cosmética

 

Hoy me apetece escribir sobre uno de los temas que siempre me ha gustado y que, aunque no haya de por medio horno ni cacerola, no me negarás que tiene mucho que ver, igual que la alimentación, con el auto-cuidado.

Me refiero a la cosmética. A la buena. ¿Recuerdas cuando en mis inicios por esta travesía del emprendimiento te hablé más de una vez de cosmética natural, eco, etc.? Aquí y aquí escribí sobre ello…¡fíjate ya en el 2016!

Bueno pues hoy volvemos al lío. Porque por si no ha quedado claro mi punto de vista, del mismo modo que me cuido por dentro con alimentos frescos y saludables, y también con pensamientos y emociones positivas, por fuera me gusta cuidarme con productos que respetan mi piel y mis necesidades. Sin cosas feas, vamos 😉

¡Quiero el elixir de la eterna juventud!

Bueno, en realidad no es una de mis prioridades pero oye, no te voy a negar, que a mis cuarenta y tantos, y con lo que me cuido, me hubiese gustado más mantener la piel más tersa durante más tiempo, más firme y ¿por qué no? ¡sin arrugas! Que ya sé que las que tengo son de felicidad, dicen (esas patas de gallo de las risas que nos pegamos…) pero cuando no estaban, me gustaban más 😀

Total, que en nutrición antienvejecimiento una de las palabras claves es «antioxidantes», así que jamás falta en mi menú diario una buena dosis de vitaminas C, betacarotenos, luteína… una buena ensalada, vamos. Así como el maravilloso colágeno (bendito caldo de huesos…).

Pero, algo fallaba. Porque no sé si ha sido este caprichoso 2020 que nos lo ha puesto todo de patas arriba, y ya te digo yo que estrés, por mucho que medite, he sufrido mucho. Pero este año he sentido algo que nunca había sentido: he envejecido. Así, tal cual. Lo acepto.

Lo acepto pero manos a la obra que esto hay que frenarlo.

Y después de meses de pensar y buscar di con el problema: que seguía haciendo lo mismo que a mis veinte años.

«Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes». Albert Einstein.

Vale, pues según Albert he estado loca durante mucho tiempo…

¿Qué estaba haciendo mal?

Hay una respuesta rápida para esta pregunta: mi alimentación de los veinte, treinta años, mi forma de entrenar, mis rutinas cosméticas, mis rituales… ya no me funcionaban porque simplemente yo ya no era la misma.

Este 2020 no sólo he vivido un confinamiento, una mudanza algo muy caótica sino que ¡mis hormonas se han vuelto locas! Premenopáusica estoy. O peri, no sé (otro día te cuento la diferencia), pero vamos, que mis niveles de estrógenos están en el fondo del mar…

Así que en realidad, todo mi universo Ringana empezó gracias a buscar un suplemento natural que me echara un cable con mis ciclos menstruales.  Pero si sigo por ahí, me lío, porque eso va a ser temazo para otra historia (te lo cuento otro día ok?).

Resumen: buscando un suplemento de estrógenos o que ayudara a mi ciclo menstural, di con… la mejor cosmética ecológica, vegana y fresca que he conocido nunca.

¿Qué tiene Ringana que no tenga otra cosmética?

Lo primero, de verdad de la buena, es que funciona. Así de simple. Y mira que hace años que uso Lush, Cocunat, Freshly, y otras marcas que me voy encontrando por la vida.

Ringana es una empresa que lleva 24 años desarrollando sus productos. Su cosmética la llama «fresca» del mismo modo que podríamos hablar de una ensalada recién puesta. ¿Verdad que si la guardas se estropea? Pues los productos de Ringana igual. Con el fin de mantener intactas las propiedades beneficiosas de las esencias vegetales que utilizan, no usan conservantes artificiales. Por ello no la encontrarás en tiendas físicas porque, básicamente, no puede haber mucho stock de sus productos. Que caduque pronto es buena señal.

En este enlace puedes leer su filosofía. Una marca con unos principios y valores que me enamoran.

Una marca fresca, eficaz, ecológica y consecuente

En los productos Ringana sólo encontrarás sustancias 100% frescas (por eso elaboran bajo demanda), y 100% activas, sin aditivos, conservantes ni colorantes. Sostenible en todos los sentidos y 100% ética.

Ringana ha sido un soplo de aire fresco

La verdad es que empecé con sus cuidados básicos faciales, pero poco a poco iré probando a medida que se me terminen los aceites y cremas que tengo actualmente.

Si nunca has probado Ringana, te animo a que des el paso. Yo estoy alucinada desde el primer uso, por cómo sientes sus nutrientes frescos en la piel, su comodidad, y resultados en poquísimo tiempo. Puedes ir reemplazando aquellos productos que se te van terminando, o empezar por ejemplo con sus kits de inicio.

¿Mi lista de deseos? Jeje, la gama Overnight, antienvejecimiento, no tardaré mucho en comprarla, porque las amigas que la han probado han quedado alucinadas.

Consejos finales

Si tú también has pasado un año «difícil», mira lo que te digo: no puedes hacer nada para cambiar lo que pasa ahí fuera. No te focalices en las malas noticias que escuchamos diariamente. Pon foco en lo que sí está en tus manos: cuidarte.

Come suficientes vegetales, más o menos la mitad de tu plato, variados y con mucho color. No te olvides de las ensaladas y los alimentos precursores de vitamina D, como el pescado azul.

Muévete cada día. Yoga, gimnasia, sal a correr, y no sólo en modo «deporte», sino que tu actividad diaria sea movidita: no pases mucho tiempo sentada y sube por las escaleras en lugar de coger el ascensor.

Medita. Si no lo has hecho nunca, busca al menos unos minutos al día para poner atención al presente. Sin pensamientos. Respírate y sonríete.

Cúidate con productos que respeten tu piel y no añadan tóxicos ni cosas varias. El mismo momento de aplicártelos puede ser ese momento tuyo diario para autocuidarte.

Cuéntame, ¿conocías Ringana? ¿Reservas esos minutos diarios para estar contigo?