Inflamación crónica de bajo grado
Prácticamente el 90% de todas las personas que trabajo en la consulta sufren de una inflamación crónica de bajo grado. ¿Estás tú entre ellas? Es probable, pero no te asustes… Te cuento qué es esta dolencia que tan poco se habla y tanta repercusión tiene. Te cuento también qué la origina, y qué enfermedades puede desencadenar. Y por último, ¿podemos tratarla de alguna forma? Claro que sí 😉
Primero de todo, quiero explicarte que la inflamción no es mala. Es tansolo una reacción del sistema inmune necesaria. La inflamación es un proceso fisiológico necesario ante una lesión, por ejemplo, o una infección, etc., para activar los mecanismos de reparación de nuestro cuerpo.
El problema llega cuando esta inflamación pasa de ser aguda a ser crónica.
¿Qué efectos puede tener la inflamación crónica?
A día de hoy se conocen bien las siguientes alteraciones funcionales cuyo origen es una inflamación crónica de bajo grado no tratada:
1- Alteraciones neuroendocrinas (depresión…).
2- Enfermedades neurodegenerativas (alzheimer…).
3- Deficiencia de hierro (anemia), vitamina B6, Zn… y otros micronutrientes.
4- Sarcopenia (pérdida de masa muscular y consiguiente envejecimiento).
5- Osteopenia (pérdida de masa ósea).
6- Diabetes Mellitus.
7- Enfermedades cardiovasculares.
8- Cáncer de colon.
9- Inmunosenescencia (células del sistema inmune envejecen = baja respuesta a vacunas e infecciones recurrentes).
Así que lejos de tratar dichas enfermedades con fármacos – parches, el tratamiento de éxito se compone de un enfoque doble: a la enfermedad en cuestión + a la inflamación crónica.
¿Qué puede provocar la inflamación crónica?
Aunque la experiencia en consulta nos lleve a intuir que estamos delante de un paciente con inflamación crónica, existe un biomarcador en análisis de sangre que nos dará la respuesta a si se trata o no de inflamación crónica. Se trata de la Proteína C Reactiva Ultra Sensible (PCRus). Esta en estado de salud se situa por debajo de los 5 mg /L. Cuando sufrimos inflamación crónica de bajo grado la PCRus aparece en nuestro análisis de sangre con un valor superior a 10 mg/L (o 1 mg/ dL).
Perfecto, ya sabemos qué nos indicará si hay inflamación o no. Entonces, esto nos lleva a preguntar: ¿qué puede aumentar la PCRus?
– Obesidad.
– Tabaco.
– Sueño alterado.
– Alteración de los ritmos circadianos (jet lag, turnos de trabajo nocturnos…).
– Inactividad física.
– Deficiencia de magnesio.
– Dieta de cafetería (muchos procesados, harinas y azúcares, pocos vegetales y grasas).
¿Cuál es la solución?
De la misma forma que numerosos estudios han mostrado relación causa-efecto entre la PCRus y la inflamación, también sabemos que hay sustancias y compuestos bio-activos que disminuyen potencialmente el grado de la inflamación.
Algunos de estos compuestos son el resveratrol de las uvas, la quercitina de las manzanas o el tirosol. Pero de entre todas estas sustancias hay una con un gran poder antiinflamatorio, capaz de aumentar nuestros valores sanguíneos de fotato (aumenta un 17%) y de luteína (aumenta en un 39%) y a su vez, disminuir la PCRus plasmática en un 48%.
Este alimento con tal poder anti-inflamatior es el brócoli.
Así que antes de pensar en suplementar en magensio, quercitina y tantos buenos compuestos, el tratamiento sería potenciar al máximo una alimentación vegetal, en la que predominaran sobre todo los brócolis y coles, justa en proteínas y grasas saludables. Pero lo más importante de aquí es destacar el enorme poder anti-inflamatorio que tienen los vegetales.