Qué comer para reducir la inflamación abdominal (sin morirte de hambre ni pasarte el día haciendo tés detox)
¿Tienes la sensación de que te levantas con un vientre plano y, a media tarde, pareces embarazada de cinco meses? Tranquila, no estás sola. La inflamación abdominal es una de las quejas más frecuentes que escucho en consulta, y no, no se soluciona solo cambiando el pan por tortitas de arroz (spoiler: eso puede incluso empeorarlo).
La buena noticia es que sí puedes reducir la inflamación abdominal con una alimentación antiinflamatoria bien estructurada, sin recurrir a inventos raros ni a dietas imposibles. Te cuento cómo hacerlo.
🔍 Primero: ¿por qué te hinchas realmente?
Antes de hablar de qué comer, conviene entender por qué pasa.
Las causas más comunes son:
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Comer rápido o con estrés (sí, eso cuenta tanto como lo que comes).
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Exceso de ultraprocesados, harinas refinadas y azúcar.
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Intolerancias leves o mala digestión de ciertos alimentos (lácteos, gluten, legumbres mal cocidas).
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Desequilibrio en la microbiota intestinal.
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Retención de líquidos por deshidratación o exceso de sal.
Y muy importante: si la hinchazón es constante, intensa o viene acompañada de dolor, gases o alternancia entre estreñimiento y diarrea, conviene descartar causas médicas como SIBO, disbiosis o intolerancias diagnosticables. No todo es “estrés o mala digestión”, a veces hay un desequilibrio intestinal que necesita abordaje específico.
Y aunque no lo creas, vivir en tensión constante también inflama. Tu intestino y tu sistema nervioso son como mejores amigos: cuando uno se estresa, el otro también lo nota.
🥗 Qué comer para reducir la inflamación abdominal
1. Verduras cocidas, no crudas (al menos al principio)
Sí, las ensaladas son sanas, pero si tu barriga se hincha como un globo, mejor pasa por la sartén o el vapor. Las verduras cocidas son más fáciles de digerir y menos fermentables.
👉 Hinojo, calabacín, espinacas, zanahoria, calabaza o brócoli (mi favorito antiinflamatorio).
2. Proteínas limpias y saciantes
Elige pollo, pescado blanco, huevos o tofu. Te ayudan a mantenerte fuerte, regulan el azúcar en sangre y estabilizan el apetito.
Y sí, puedes comer proteína sin miedo: no, no te vas a “poner cuadrada”, pero te vas a deshinchar y sentir más firme.
3. Grasas buenas (de las que tu cuerpo ama)
Aguacate, aceite de oliva virgen extra, semillas de chía, nueces, almendras… Ayudan a modular la inflamación y a que tu digestión vaya fluida.
Eso sí: una cosa es añadir un chorrito de AOVE y otra convertir la ensalada en una sopa de aceite. Moderación, amiga.
4. Carbohidratos reales, no “fit”
La quinoa, el arroz integral o las patatas cocidas son tus aliados. Lo importante no es eliminarlos, sino elegir los que no generan picos de glucosa ni fermentan en exceso.
Si te hinchas con legumbres, pruébalas en hummus o germinadas.
5. Infusiones inteligentes (no “detox milagrosas”)
El jengibre, la menta, el hinojo o el anís verde ayudan de verdad. Lo que no hace falta es beber tres litros de agua con pepino y limón “para drenar”. Tu cuerpo ya tiene hígado y riñones, y funcionan bastante bien si los cuidas.
🚫 Qué evitar si quieres una barriga menos inflamada
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Ultraprocesados “saludables” (barritas, panes fit, yogures proteicos con más edulcorante que proteína).
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Gaseosas y bebidas carbonatadas.
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Chicles y edulcorantes tipo sorbitol, eritritol o xilitol (pueden generar más gases que una fábrica de globos).
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Comer sin hambre real, solo por ansiedad, aburrimiento o porque toca.
🧘♀️ Y no, no todo es comida
Reducir la inflamación abdominal también pasa por activar tu nervio vago (ese gran olvidado). Dormir bien, moverte, respirar profundo o practicar relajación muscular progresiva ayuda a tu sistema digestivo tanto como elegir bien los alimentos.
Si comes sano pero vives corriendo, tu intestino sigue en modo “alerta roja”.
Reducir la inflamación abdominal no va de comer menos, sino de comer mejor y vivir más tranquila.
Empieza por cocinar más, masticar despacio, escuchar a tu cuerpo y no obsesionarte con la báscula. Cuando el cuerpo se siente en calma, la barriga también se relaja.
Y recuerda: si después de comer te sientes como si tuvieras una pelota en el abdomen… no siempre es “retención”. A veces es solo tu cuerpo pidiendo un poco de paz.
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