Cómete tu ansiedad

Cómete tu ansiedad

¿Tu estado de ánimo condiciona tu alimentación o tu alimentación modifica tu estado de ánimo? Ambas respuestas son correctas y en este vídeo te comparto sobretodo cómo tus alimentos pueden determinar tus emociones.

Al final del vídeo te propongo un ejercicio de autoconocimiento en dos fases:

1- Observa en qué estado de ánimo te encuentras cuando escoges qué vas a comer. ¿En qué grado influye tu decisión cómo te sientes?

2- Cuando pases por unos malos días, o complicados (más estrés, más tristeza, etc.) recuerda qué has estado comiendo en los días previos.

¿Vamos al vídeo?

Tu plan B de menú saludable

Tu plan B de menú saludable

Lo ideal, ideal, ideal, ya sabemos lo que es. O por lo menos, lo que queremos que sea. Pero la vida a veces tiene otros planes y, antes de que la improvisación te lleve a tomar decisiones poco sanas, te invito, en este vídeo, a que tengas tu plan B.

Dale al play, y cuéntame, ¿tienes ya tus listas hechas para tu plan B?

Recuerda el ejercicio:

1. Haz las listas lo más completas posibles.

2. Asegúrate de tener esos alimentos de la lista en tu nevera o despensa de forma habitual.

3. Escribe 4 ideas de combinaciones para que tengas a mano cuando tengas que recurrir a tu plan B.

¡Qué aproveche!

Permeabilidad intestinal

Permeabilidad intestinal

Esta entrada en el blog nace de la consulta. De una necesidad. Porque cada vez vemos más casos de personas a las que se les ha diagnosticado intestino permeable. O enfermedades que derivan de este intestino permeable. Así que, hablemos de ello: ¿qué es el intestino permeable?

Imagina tu intestino. Ese tubo abdominal por el que se deslizan las heces. Y por donde absorbes los nutrientes de lo que hayas comido.

Bien, pues en su interior existe una barrera en forma de microvellosidades. Y ahí precisamente es donde reside nuestra famosa microbiota (esas bacterias amigas que viven en nuestro interior). Por debajo de esta microbiota se encuentra el acceso que va a permitir la absorción de los nutrientes que provienen de los alimentos digeridos, y además nos protege del exterior. 

La jefaza de todo este proceso es la Celulina. Esta se encarga de abrir los canales para que las vellosidades intestinales funcionen correctamente. ¿Pero te imaginas qué podría pasar si la Celulina estuviese hiperactiva? O que tuviera algún percance y necesitara unas vacaciones.

Bien, amiga, pues cuando pasa eso tenemos  permeabilidad intestinal o síndrome del intestino permeable.

En el diagnóstico no vemos una Celina estresada o ausente o hiperactiva, no… Vemos síntomas como que:

1- aumenta el riesgo de toxicidad

2- aumenta la inflamación

3- disminuye la absorción de nutrientes (o sea, sufrimos carencias alimentarias)

4- y el sistema inmune no responde como debiera.

Por eso cualquier enfermedad autoinmune tiene su origen en el intestino permeable, y muchas otras patologías se gestan ahí mismoDe alguna forma, el cribaje que esperamos para decidir qué absorbemos y qué desechamos, no funciona. 

¿Qué factores pueden provocar permeabilidad intestinal?

A día de hoy se conocen bien 3 factores determinantes:

1- Se sabe que los péptidos no digeridos del gluten activan demasiado la celulina.

2- La caseína de la leche de vaca (que no la lactosa, que por mucha leche sin lactosa que quieran venderte, esa azúcar lácteo no es el peor de tus problemas con la leche).

3- Algunos fármacos, sobre todo los que nos llevan a hipoclorhidria, como un bloqueador de la bomba de protones, alias el omeprazol, prescrito seguramente para inactivar el ácido del estómago.

4- El factor estrés.

En resumen, afecta la permeabilidad intestinal todo aquello que active en exceso o bien inactive la celulina.

¿Qué puedes hacer para cuidar tu intestino?

A parte de eliminar los factores que te acabo de mencionar, prioriza en tu alimentación la materia primera, verdura, tubérculos, grasas saludables y proteína de calidad.

Añade aloe vera y almidón resistente, pues te ayudará a restablecer el equilibrio en las microvellosidades intestinales. El almidón resistente lo conseguimos de forma sencilla enfriando un tubérculo cocido, así que un buen consejo es tener siempre a mano patatas y boniatos cocidos, que puedes almacenar en la nevera y tener listas para cocinar tus menús.

Si necesitas una ayuda más personalizada, te invito a una sesión de valoración para ver juntas qué servicio se ajusta más a tus necesidades.

Recuerda: la mayoría de enfermedades se cuecen en el intestino…

Cocinar recuerdos

Cocinar recuerdos

O cómo la cocina nos transmite amor

Hace tiempo cuando aún me dedicaba a crear contenido en mi cuenta de Instagram publiqué unas manzanas al horno que me cocinaba mi abuela.

Y ahí surgió la idea de este artículo. De hecho, no fue ni una idea. Simplemente surgió.

De la conversación de ese post salió que somos muchísimas las personas que recordamos a nuestros seres queridos por olores, sabores que nos ofrecían. 

¿Has leído el libro de Laura Esquivel «Como agua para chocolate»? Es uno de mis preferidos y hoy, escribiendo este artículo, recuerdo la fascinante escena en la que todos los comensales de la boda lloran al probar la tarta que la protagonista preparó con sus emociones a flor de piel (puedes verla aquí). Es maravillosa.

Cocinar es, indudablemente, una forma de amar.

Si alguna vez me has leído sobre cómo escogemos nuestros alimentos según nuestro estado de ánimo (¡hola, comer emocional!), hoy aquí lo escribo al revés: cómo lo que comemos nos emociona.

Mi abuelita:

Ella era, y es, mi abuela materna. Hace unos años ya que nos dejó, pero su presencia está tan viva como siempre. Ella era quien me llevaba al colegio, me recogía y me daba de comer. Y con quien me quedaba cuando estaba enferma. Puedes imaginarte cuánto la amo…

Su sopa de tomillo me curaba. Sabía además qué infusión prepararme si tenía un examen y estaba nerviosa o si me dolía la barriga. Lo sabía todo.

Su tortilla de patatas me chiflaba. Porque era un plan de lo más top quedarme a dormir en casa de mis abuelos, y ella sabía qué darme para cenar y que la noche fuera mágica.

Su arroz con leche me encaprichaba. Lo preparaba a perolas para mí. Creo que me zampaba toneladas.

Sus manzanas al horno me endulzaban las frías tardes de otoño. No había mejor merienda que esa. ¡Me sentía tan cuidada y amada!

Su plato de verdura cada día me nutría. Porque ella era una abuela de las sabias. Y me transmitió conocimientos que estoy segura que me ayudaron en gran parte a ser hoy la que soy.

Sus huevos escalfados me descubrían el valor de lo sencillo. Un plato que se me antojaba divertido, delicioso y absolutamente hogareño.

Luego me dejaba su cocina para que jugara y experimentara. Yo «cocinaba» cosas incomestibles, ese era mi juego favorito. Y ahí aprendí que cocinar es una preciosa forma de amar. Porque esos experimentos que yo hacía, los daba a probar a mis abuelos y ellos, puro amor, lo tomaban.

Y sí, ella murió en agosto del 2016, pero cada vez que como una sopa de tomillo, o incluso sólo la huelo o la veo, se me dibuja una sonrisa y la siento más cerca que nunca.

Dime, ¿no es asombroso cómo podemos transmitir emociones con nuestras recetas?¿no te parecen increíbles los recuerdos que nos evocan tantísimos platos de nuestros seres queridos?

¿Fruta antes o después de las comidas?

¿Fruta antes o después de las comidas?

Esta es casi la pregunta del millón. Y no caduca. Quiero decir, que lo mismo la escucho ahora que tenemos tantísima información (buena y mala, que para eso hay tanta) como hace 20 años cuando estaba terminando la carrera..

El otro día me la volvieron a preguntar. Y me dije «oye Marta, grábate, y así difundes tu respuesta por doquier». Y eso hice.

Aquí te dejo el vídeo. Interesante, mucho. Corto, también. Probablemente es el vídeo más corto que he grabado y que grabaré nunca.

Porque normalmente me voy por los cerros de Úbeda, como ahora. Pero el día que grabé el vídeo, fui al grano.

Venga, prepárate una naranja con canela, un plátano con nibs de cacao o una manzana con mantequilla de cacahuete y dale al play:

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